En su columna FUERTES CONTRA EL TABACO en el sitio web de La Tercera, Dr. Jorge Jimenez, ex Ministro de Salud, nos interpreta enteramente cuando va directo al grano con la siguiente observación:
«Hay comunidad organizada, coaliciones actuando, periodistas conscientes,
gobernantes que se han convencido, políticos solidarios con la salud.
No se puede desperdiciar el momento.»
Autor: Dr. Jorge Jiménez de la Jara, Escuela de Salud Pública, Universidad Católica
22.01.2011, Santiago — La última Encuesta Nacional de Salud realizada por nuestro Departamento de Salud de la Universidad Católica para el Ministerio de Salud arroja nuevamente una alta tasa de personas mayores y adolescentes que fuman, cerca de un 40%. Las enfermedades asociadas al tabaco dan cuenta de un tercio al menos de las 80.000 muertes que ocurren en Chile cada año. Por lo tanto, el consumo de tabaco es la principal causa a combatir para reducir la mortalidad de los chilenos.
Las autoridades, los médicos y los luchadores anti-tabaco exigen reforzar una ley reguladora muy débil, los expertos observan espacio para aumentar los impuestos. Los fumadores se defienden y de todas las calañas alegan restricciones abusivas a su libertad individual. Vieja disputa que renace. Disputa resuelta claramente para las enfermedades infecciosas en épicas batallas político-sanitarias de más de cien años atrás. Balmaceda, el gran héroe político de fines de siglo logró imponer reglamentos para vacunar y registrar enfermedades en 1890. Ahí nació la gran estrategia que nos llevó a la erradicación de la viruela, la poliomielitis, el sarampión entre otras infecciones susceptibles de ser prevenidas con vacunas. Un gran beneficio social que requirió de sólido coraje político.
Entre tabaco e infecciones se han hecho paralelismos, pero hay grandes diferencias. El sarampión por ejemplo, es una infección provocada por un solo virus, que aun provoca cerca de un millón de muertes infantiles cada año. Antes de la vacuna eran decenas de millones de niños fallecidos cada año. Una enfermedad, una causa y una vacuna. Así, las estrategias son más fáciles y concretas, menos costosas. El tabaco es causa única de al menos unas trescientas enfermedades, su relación está firmemente demostrada con el daño. Consecuencia lógica, combatiendo una sola causa podremos atacar a decenas de millones de enfermedades mortales en el planeta. El negocio es mucho más rentable desde el punto de la costo-efectividad de las medidas anti tabaco.
Esta lucha contra el tabaco ha costado instalarla en el mundo. No ha sido fácil, la industria tabacalera ha sido la más perversa y efectiva en sus tácticas de mercadeo y lo siguen siendo. Reclutan adictos con todos los medios y grandes recursos, niños, mujeres, comunidades menos desarrolladas. He sido actor de esta batalla y puedo dar testimonio de cómo el dinero de las tabacaleras puede conquistar a personajes importantes para el lobby y la defensa espuria. En Chile, afortunadamente el precio del cigarrillo provoca que el consumos sea menor entre los más pobres, al menos una ventaja que hay que mantener e incrementar.
Dada esta condición de causa única de múltiples enfermedades de alto costo social y económico, es mucho más fácil y eficiente insistir en una estrategia sólida y coherente contra el tabaco. Hay comunidad organizada, coaliciones actuando, periodistas conscientes, gobernantes que se han convencido, políticos solidarios con la salud. No se puede desperdiciar el momento.»
— La Tercera, 22 de enero de 2011