«No sorprende que el lobby tabacalero trate de influir en políticas públicas. Lo sorprendente es la manera liviana e irresponsable en la que altos funcionarios adopten su discurso falaz», afirma el economista Guillermo Paraje, Profesor Titular, Escuela de Negocios, Universidad Adolfo Ibáñez, en su carta publicada en el diario Pulso.
Tabaco y contrabando
Guillermo Paraje
Profesor Titular, Escuela de Negocios
Universidad Adolfo Ibáñez
Publicado en Pulso, 18 de octubre 2016
Las recientes declaraciones del Subsecretario de Hacienda, Alejandro Micco, reproducidas por este medio (Pulso), sobre la recaudación por debajo de lo esperado por impuestos al tabaco resultan temerarias, irresponsables e infundadas, en el mejor de los casos. Ello por cuanto ha expresado que dicha reducción en la recaudación se habría dado por un aumento del contrabando de tabaco, haciéndose parte de la campaña usual de desinformación, miedo y obstaculización de las tabacaleras.
El subsecretario explicó que “más que creer que se ha disminuido el consumo, creemos que hay un aumento de la evasión y por ello estamos implementando una serie de medidas como la trazabilidad o el aumento de fiscalizadores”.
Sería bueno que el subsecretario demuestre sus dichos. En primer lugar, que demuestre que después de la última alza al impuesto al tabaco y por la que los precios promedios al cigarrillo han aumentado alrededor del 20% (según datos del INE), el consumo no ha caído (lo que desafiaría leyes elementales de la economía). Debería demostrarlo con datos de estudios sobre consumo en población general, similares a los que, por ejemplo, realiza Senda.
En segundo lugar, debería demostrar con estudios objetivos, con metodología conocida y replicable que el contrabando ha aumentado.
No sirven para ello las “encuestas” y “estudios” realizados a pedido de las tabacaleras o que utilizan a éstas como fuente de información.
Es cuestionable su afirmación acerca de la implementación del sistema de trazabilidad fiscal al tabaco, dado que ésta se ha demorado de manera inexplicable, precisamente porque la subsecretaría a su cargo ha estado “arrastrando los pies” a la hora de avanzar en esto. No sorprende que el lobby tabacalero trate de influir en políticas públicas. Lo sorprendente es la manera liviana e irresponsable en la que altos funcionarios adopten su discurso falaz.